• ¿Qué tal?

    Vamos, pasa a esta "otra clase". Un lugar donde nos reunimos para seguir compartiendo lo que aprendemos, para expresarnos como queremos, sobre lo que hacemos y sobre lo que nos interesa.
  • May 2024
    L M X J V S D
     12345
    6789101112
    13141516171819
    20212223242526
    2728293031  
  • EL RECREO DE MI OTRA CLASE

  • Archivos de bitácora

  • Archivos de mi curso

  • Inicio, Objetivos, Contacta, WebQuest (y otras tareas), MATERIAL PARA ESTUDIAR, Bioencuentros

  • Escribe tu dirección de correo electrónico para suscribirte a este blog, y recibir notificaciones de nuevos mensajes por correo.

    Únete a otros 9 suscriptores
  • Contador de visitas

  • Autora

Clase de 1º de bachillerato del IES Mediterráneo (curso 2010-2011)

1º Bto A IES Mediterráneo

Este blog comienza el 3 de Junio de 2011, casi terminando el curso. Sin embargo, por más alumnos que puedan pasar por aquí a lo largo del tiempo, vosotros siempre seréis los primeros, y a los que dedico esta aventura.

Hagáis lo que hagáis en la vida, ya sabéis que esto será una ventana para recordar todo lo que compartimos ahora. Sois mi inspiración.

CURSO B2 DE COMPETENCIA DIGITAL

Después de más de una década aprendiendo un montón y dedicando muchas horas a desarrollar mi competencia digital, aún no aparezco acreditada en el nivel B2, que es el que creo merecer. Así que, una vez más, me tenéis dedicando tardes y fines de semana a hacer un nuevo curso en el que demostrar todo lo que ya llevo haciendo desde hace una eternidad.

Por fin, hoy, lo he terminado. Solo queda que la persona que me tutoriza el curso me abra el candado de la última tarea, que es entregar el enlace del proyecto que he realizado.

Y mientras, en exclusiva, lo publico aquí. Lo pondré en práctica con mis alumnos del Cerro del Viento en el segundo trimestre.

LA REPRODUCCIÓN EN ANIMALES

VIAJANDO EN EL TIEMPO LIGERA DE «CASCO»

Sin duda este curso ha sido muy duro. Para mí, posiblemente, el más duro de los que recuerdo. Pero también, sin lugar a dudas, el que acaba mejor… Como ya os conté he conseguido la plaza por fin, por eso, no se me ocurre un momento mejor ni otras personas mejores con las que quiera recordar en cinco años este curso y este momento.

Os propuse hace poco hacer una cápsula del tiempo en la que guardar cosillas significativas para reencontrarnos con ellas y con nosotros dentro de un lustro. Hoy ha llegado el momento de llenar la caja que nos hará retroceder en el tiempo cuando nos veamos en julio de 2028. Pase lo que pase, estoy segura, será un día tan inolvidable como el de hoy.

El delegado, Javi Ropero, porta la cápsula del tiempo.

Éste día también ha sido el día elegido para cumplir una de mis promesas al conseguir la plaza. Dije que me rapaba la cabeza y ¡lo he hecho! Ha sido genial. Os juro que estaba super nerviosa… Era algo que se quedó pendiente en la anterior convocatoria, ya que, cuando creía que la plaza era mía, me quedé fuera, a menos de una décima. En mi tribunal solo había ese año 4 plazas y yo quedé quinta. Mis peluqueros esperaban rapar entonces esta cabecita sufridora, pero nos quedamos todos con el mal sabor de boca, por eso hoy ellos tenían que ser quienes me dejaran pelona, pero, por otra parte, mis niños de bachillerato que lo esperaban desde el curso pasado también eran merecedores de compartir este «momentazo», así pues, como era poco probable que ellos pudieran acudir a Il Salone Milano , mi peluquería, ya que están en otro pueblo, he decidido llevar a mis peluqueros «al insti» y ha sido todo un espectáculo.

Desi, Diego, chicos: gracias por hacer esto posible.

Momento rapada para «aligerar el casco». Cumpliendo promesa.

15 de junio de 2023: LA MÍA

Supongo que por fin puedo decir «ESTA ES LA MÍA».

Va a ser verdad eso de que los escritores (los artistas, en general) crean sus mejores obras inspirándose en sus penas y miserias. Yo no me considero escritora (ni artista en general), pero, desde luego, escribo. Y lo hago, como ya sabéis, en este blog para descargar mi mente que, de no tener esta salida, explotaría a veces de tanto barruntar. Pues bien, esperando con ansias para poder contar la historia feliz que llevo queriendo vivir desde hace más de una década estaba y hoy que, ¡por fin!, puedo contarla, no tengo claro cómo hacerlo. Básicamente porque, lo cuente como lo cuente, no voy a poder transmitiros toda la felicidad, el alivio, la ligereza de espíritu y el amor por mí misma y todo cuanto me rodea que me hincha el pecho. Parece que hoy he aprendido a respirar por primera vez y siento el aire fresco y limpio al inspirar. Parece que mis ojos reciben la luz nítida como nunca, todo está hoy más intensamente coloreado. Las voces de los que me felicitan suenan melódicas y las vibraciones de esas ondas sonoras generan automáticamente en mí una sonrisa sincera al viajar a través de mi oído.

Aún no he podido dormir del todo bien ni todo lo que necesito, pero esta vez porque la emoción me ha mantenido despierta rememorando el instante en el que ayer recibí, ¡por fin!, la confirmación de que he obtenido plaza, la plaza que se me ha resistido durante más de una década, tal y como os he contado en innumerables ocasiones.

Lo cierto es que, desde aquella vez, aunque casi sin darme cuenta, caí en una depresión que, indudablemente, se ha manifestado brutalmente durante este curso al tener que volverme a enfrentar al proceso de oposición. He tenido que empezar de cero una nueva programación con una nueva ley. Fue una locura, mucho más de lo que ahora debo y puedo contar.  Aún así, lo hice finalmente y además, así lo creo, hice un gran trabajo. He podido poner en práctica esa programación en el aula y, para poder hacerlo, a la par que realizaba el documento de programación en sí mismo, he creado un libro digital para los alumnos, puesto que, por los contratos estos que realiza la Junta y demás, la LOMLOE  se ha implantado en este curso en los niveles impares, pero los chicos no han tenido libros de texto adaptados a la misma, así que, como ya he dicho, lo he elaborado yo para ellos sin descansar fines de semana, ni en las vacaciones de Navidad. Y así conseguí llevar a cabo mi propósito y tener el libro terminado y la programación al llegar enero. Luego, a estudiar compaginando el tiempo no lectivo con lo propio de las labores docentes, incluyendo los quebraderos de cabeza que mi implicación con el alumnado me suelen generar, acentuados en esta ocasión por la exacerbada sensibilidad que me ha acompañado este curso. Nada de esto quiero ahora volver a detallar, más que nada porque la lectura de esta entrada sería eterna y, sobre todo, porque lo ÚNICO que quiero hoy es SENTIR y DISFRUTAR sin sombras de esta LUZ.

Sin muchas expectativas, debido nuevamente al número de plazas disponible para Biología, «eché los papeles» en noviembre para un procedimiento extraordinario de CONCURSO DE MÉRITOS  encaminado a la estabilización de interinos. Como no esperaba tener suerte por ese camino, para mí fue un trámite que quise olvidar tras realizarlo para seguir centrada en la preparación para la oposición de este año, pero, para mi gran sorpresa, a finales de marzo, me vi bien posicionada en el baremo provisional. Tan poco lo esperaba, que mi primera reacción fue horrible. Lloré amargamente pensando que, como no era para nada algo definitivo, al final me quedaría fuera, como la última vez, y encima, durante el tiempo que habría que esperar para la resolución definitiva, iba a ser muy difícil concentrarme en seguir estudiando como si nada, con lo cual, peligrarían mis posibilidades para superar los exámenes convencionales de la oposición, después de todo el esfuerzo que ya llevaba hecho.

Ha sido un infierno esta espera, solo el que lo ha vivido lo sabe. El examen es dentro de dos días. Efectivamente, hace ya más de un mes que me resulta imposible estudiar absolutamente nada y no ha sido hasta ayer mismo que, por fin, ha salido esa lista, maldita y bendita lista, en la que consta que he sido seleccionada definitivamente y tengo la plaza 30 de las 52 que había disponibles para mi especialidad por este procedimiento.

Aún queda el papeleo, aún queda saber dónde trabajaré el año que viene y aún queda esperar para tener un puesto definitivo, pero hoy YA TENGO PLAZA. La primera consecuencia de esto es que el domingo no me tengo que enfrentar al examen, ni tendré que enfrentarme a la exposición y defensa de mi programación. Me sabe a miel pensarlo. Tampoco tendré que pasar por el año de prácticas, lo cual implica que el año que viene podré disfrutar de mi trabajo al cien por cien sin el peso que eso también supondría. O sea, después de más de una década, por fin me podré dedicar a mi docencia y disfrutar plenamente de mi trabajo. ¡Me acaba de dar un subidón de azúcar, vaya !

La siguiente consecuencia inmediata es que hoy viernes comienza el primer fin de semana en todos esos años que NO TENGO QUE ESTUDIAR. Me voy a celebrarlo con mi madre. Ni ella se lo cree.

Y, luego, tan solo espero dormir, celebrar, VIVIR.

Estoy tan agradecida  a todos los que habéis rezado por mí, me habéis soportado, me habéis animado, me habéis consolado y mostráis vuestra sincera alegría por mí (habéis sido tantos que no puedo esta vez nombrar solo a unos pocos porque sería injusto) que no sé tampoco como expresarlo. Es imposible pagaros. Solo puedo decir que espero tener la ocasión de celebrar esto en algún momento con todos y cada uno de vosotros, ya me vaya la vida en ello. ¡¡Mejor si me va la vida en ello!! Os quiero.

EN LAS ONDAS

Poniendo al día algunas cosillas que, en su momento, debí publicar en este blog y que, por falta de tiempo, no hice…

En esta ocasión se trata de una entrevista que a mi alumno Yasir y a mí nos hicieron para la radio local «Radio Mijas», en el programa «Salgo temprano», en el que nos preguntan por los Objetivos de Desarrollo Sostenible y Ecoescuela.

PINCHA EN LA IMAGEN PARA ESCUCHAR

UNA PETICIÓN PECULIAR

Antes de que termine el curso debo obligadamente dejar constancia en este cuaderno de bitácora de la historia que, a continuación, voy a contaros. Se trata de una relación muy especial que nació el año pasado, durante el curso 21-22, y que se ha hecho más fuerte durante el presente 22-23. Tan fuerte es, que ha habido una petición formal al director a propósito de la misma. Creo que lo mejor es que el propio protagonista de la solicitud y de tan particular relación lo cuente todo. Esta entrada es la transcripción de la carta que Javi González ha enviado al director del IES Sierra de Mijas, don Francisco Zafra, para explicarle su historia «de amor».

En Las Lagunas de Mijas, 18 de mayo de 2023

Estimado señor director, por medio de la presente, yo, Javier González Gámiz de 1° BACH A me dirijo a usted en calidad de distinguido alumno de bachillerato de salud para hacerle llegar esta solicitud en la cual suplico tenga usted a bien permitirme custodiar en mi hogar la pieza del mobiliario escolar que lleva dos años consecutivos soportando mis posaderas, entiéndase, la silla de mi pupitre.

Procedo a exponer el motivo que me lleva a tan inusual petición.

Todo comenzó hace un año, al inicio del curso 21/22. Llegué a mi clase y vi en medio del aula, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, una silla cuyo respaldo había sido desmembrado. Durante 3 o 4 días, mi memoria no alcanza  a recordar cuántos, tras entrar en el aula, se convirtió en mi rutina observar aquella desdichada silla. Acaeció entonces que un desalmado compañero tuvo la crueldad de propinar varias patadas al pobre y  ya maltrecho objeto. Tal fue mi indignación, que no pude mas que desocupar rápidamente mi asiento habitual para darle asistencia sanitaria a la desgraciada montura maltratada . La recogí del suelo, deposité sobre él sus verdes patas con delicadeza y tomé la firme decisión de hacer de aquel arzón mi trono. 

Debo confesar que tal vez, en primera instancia, tan solo quisiera hacer la gracia pero, con el paso de las horas lectivas, fui tomándole  cariño a esa vieja chatarra y, ya antes incluso de los treinta minutos de asueto de los cuales, como usted bien sabe, tenemos derecho de disfrute los alumnos en el punto medio de nuestra jornada, decidí que aquella silla nunca jamás volvería a sufrir daño alguno.

Ese año, me la intentaron arrebatar en múltiples ocasiones con el fin de tirarla a la basura, ya que los demás no ven lo que yo veo en ella. Afortunadamente, siempre tuve a LA FUERZA de mi lado para salir exitoso de las innumerables misiones de rescate que tuve que llevar a cabo para recuperarla. 

Tras haber superado con orgullo 4° de ESO y disfrutar de una fiesta de graduación y un descanso estival muy merecido, retorné junto con mis compañeros, a la nueva aventura que suponía sería el bachiller. Pero le vuelvo a confesar que lo primero que me asaltó la mente nada más entrar a clase fue, ¿y mi Silla?.

Habiendo llegado a esta etapa no podía sentarme en un lugar cualquiera, por esta razón, fue imperioso y lo consideré mi deber volver a mi añorado  4°B para volver a  hacerla mía. Y allí estaba. Era como si me estuviera esperando, como si el verano solamente hubiese sido un simple suspiro para retomar nuestra relación que nunca olvidé. La tomé de nuevo en mis brazos como aquel primer día, la cargué en mis bronceados hombros y  me la llevé. Sí, me la llevé, tenía que volver a ser su fiel y entregado compañero, a día de hoy aún sigue conmigo y quiero que siga siendo así.

Tras todo lo relatado, entenderá usted el significado que tiene Silla para mí. Muchos compañeros piensan que estoy loco, yo diría que también lo piensan algunos profesores, aunque, estos últimos, siendo más discretos, me han querido hacer desistir de sentarme en ella, indicándome amablemente los posibles efectos nocivos que pudieran afectar a mi columna vertebral en un futuro, de continuar con lo que para ellos es un hábito postural  poco saludable. No obstante, a pesar de que desde el punto de vista de la Física y como podría demostrarse con cálculos matemáticos complejos que tan solo el gran y temido matemático conocido por todos como “El Gordo” podría resolver, debiera reconocer que no es el asiento más ergonómico en el cual podría pasar las horas, me siento incapaz de disolver la relación entre Silla y yo.

¿Cómo podría hacerle entender mejor mi situación? Quizás con algunos ejemplos pueda conseguirlo: 

  • Si yo fuera Sherlock Holmes, Silla sería mi Watson.
  • Si ella fuera Marie Curie, yo sería su Pierre.
  • Si yo fuera Quijote, ella sería mi Sancho.
  • Si yo fuera Batman, ella sería mi Robin.
  • Si yo fuese Clyde, ella sería mi Bonnie.
  • Si yo fuera una “i”, ella sería mi punto.

La profesora de Biología fue una de las primeras en señalarme los problemas de lordosis que podría acarrear este capricho, pero al contarle mis profundos sentimientos, demostró su gran sabiduría explicándome que, tal vez, la simbiosis que se ha establecido entre Silla y yo se debe a que mi alma sensible ha podido percibir en la madera de ese asiento, el ser vivo que una vez fue, transportando por su floema la misma esencia de su energía. Que tal vez haya notado la bauxita que nos regala la madre Tierra, de la cual se extrajo el aluminio que la vertebra. Esa bendita mujer me ha hecho ver que no es locura lo que alberga mi mente y su infinita empatía la llevó a proponerme que le presentara a usted la solicitud que en forma de epístola tiene ahora entre sus manos.  

Ella me recordó que, cuando alguien se dirige con educación a otra persona, puede ser posible más de lo que esperamos, incluso aquello que creemos imposible. Por tanto, pongo en estos párrafos toda la educación que he tenido y tengo a bien recibir en este centro que con tan gran maestría usted dirige, con la esperanza de que su comprensión y generosidad sean igual de grandes que sus competencias directivas y me conceda el honor de ser formalmente reconocido como dueño de Silla, comprometiéndome de por vida a darle todos los cuidados que requiera hasta que, Dios quiera que muy tarde, me lleve la Parca a dormir por siempre en brazos de Morfeo.

Deseo con todo el fervor de mi corazón que Silla siga siendo testigo de mi vida como hasta ahora. Durante estos dos años, sentado en ella he hecho amigos, he suspendido exámenes durante los cuales trató de reconfortarme ante mis nerviosos movimientos de trasero producto del pánico al fracaso. También me ha acomodado satisfecha cuando he aprobado y me sentía ligero al completar la prueba que estaba realizando. De numerosas risas se han quedado impregnados hasta sus tornillos. ¡Hasta me he enamorado en esa silla! 

Silla me ha visto obtener mi título de la ESO y debe también ver como titularé al concluir la etapa de Bachillerato. Pero no solo quiero eso: me gustaría que me viera cuando consiga mi primer trabajo, el carné de conducir, cuando consiga novia, cuando me case y tenga hijos, quiero que me entierren con ella, si ella quiere finalizar sus días al tiempo que yo, claro,  pues tal vez, ella me sobreviva y quizás, uno de esos futuros hijos tenga la fortuna de recibir de Silla lo mismo que me ha dado a mí. Solo en ese caso, podría yo separarme de Silla sin dolor.

Pero ahora que va concluyendo el curso, empiezo a temer por el destino de Silla. No puedo volver a pasar un verano con la constante preocupación por no saber si ella seguirá estando para mí, que bien sé que si por ella fuese, así sería, pero se encuentra indefensa ante los posibles trabajos de mantenimiento que suelen hacerse en el instituto durante el estío. El año pasado no fue tan amargo el sabor de la despedida porque aún no teníamos tan consolidada nuestra relación, pero en la actualidad me causa desvelos pensar en el adiós cuando llegue el 23 de junio.

 Usted es el único que puede poner fin a esta tortura. Le suplico atienda mi petición y me conceda su propiedad, aunque para mí sea más que una propiedad,es una parte de mí mismo. Como muchos han recalcado, es tan solo una silla rota, así que, en mi humilde opinión, no creo que dejar sin ella al centro le suponga ningún inconveniente y, sin embargo, a mí me reportaría una felicidad inmensa.

Me despido de usted con todo mi respeto y quedo a la espera de la decisión que tenga a bien tomar ante esta humilde solicitud, tras evaluarla con el rigor con el que sé que lo hará por el bien de Silla ante todo.

Procedo a adjuntar una foto mi Silla para que pueda  decidir teniendo en cuenta la información más exhaustiva posible. Muchas gracias.

JUANJO, UN AÑO SIN TI

Hoy conmemoramos el luctuoso aniversario del fallecimiento de nuestro compañero Juanjo. 

Lo hemos hecho guardando un minuto de silencio en todas las aulas de este centro. Se ha sentido el silencio de la ausencia en la clase en la que él tuvo su mesa y se ha sentido en aquellas otras en las que este curso y en los venideros él debería haber tenido su pupitre.

Un minuto para recordarte puede parecer, tal vez, insignificante, Juanjo, pero lo es todo si al hacerlo tomamos conciencia de que en un minuto, en tan solo unos segundos, la vida que damos por sentada se nos puede ir sin que sea posible el retorno. Esto fue lo que me hiciste recordar con tu marcha el año pasado y  escribí mi carta diciéndotelo. Te prometí en ella vivir más intensamente el único momento real, que es el presente. Y hoy, quiero renovar esa promesa otra vez por ti.  Hoy que, por azares del destino, no me está tocando vivir esa parte alegre de la vida; pero, tal y como te dije el año pasado, aun en estos momentos, debo recordar que tengo la obligación de vivir y de vivir buscando la belleza hasta en los días amargos. 

RTVE.es

Juanjo, sigues siendo una luz en la oscuridad para guiarme. Y si lo eres para mí que no te llegué a conocer, seguro que también lo eres para tus padres, para tu hermano, para todos tus seres queridos que, sin duda, lamentan tu falta, no hoy, no en este minuto, sino cada uno de los minutos de cada día. Si mis palabras del año pasado pudieron aportar un poco de consuelo a todos ellos, espero que esta breve nota les sirva también ahora para que sepan que ese abrazo en forma de palabras sigue estando vigente. 

No fuiste. Eres. Eres en sus corazones: un sin fin de sonrisas, de riñas, de besos, de comidas compartidas, de regalos de cumpleaños, de reyes, de lágrimas, de exámenes aprobados por los que felicitarte, de juegos y caricias mezclados con los ladridos de tu perro. Y  seguirás siendo, con total seguridad,  cada vez menos dolor y cada vez más todo eso. Al menos, Juanjo, eso deseo de corazón para tu familia. Ojalá tú sepas, desde donde los contemplas, hacerles llegar esa forma de recordarte, la que se envuelve de la suave añoranza pero que evita las punzadas de la rabia. Ojalá, Juanjo, sean capaces de sentirte así. 

Ojalá este minuto en el que hemos parado nuestra rutina sirva también para acordarnos de que nada en esta vida merece que la gastemos en trifulcas absurdas y en amargos  rencores. Tal vez no podamos parar una guerra lejana, pero sí podemos parar las que están a nuestro alcance, esas estúpidas discusiones que se agrandan por dejarnos llevar por el orgullo y por lo que nos separa, en vez de dejarnos llevar por el amor y lo que nos une. Perdemos demasiado tiempo en lo primero, cuando lo que más vida nos da es lo segundo.

Juanjo, te hemos dedicado un minuto de silencio que esperamos haya resonado amplificado por la parábola que todas las almas de este centro hemos querido ser este día, en ese instante, para gritarte que no nos hemos olvidado de ti , que no nos olvidamos de tu familia y que no lo haremos nunca.

¿TATUAJES EN MEDICINA?

Comparto parte de un artículo de Javier Jiménez, que publica en Xataca, que me ha parecido interesante como punto de partida para investigar sobre el uso de tatuajes en la medicina y sobre el propio funcionamiento del cuerpo al reaccionar a ellos.

Alrededor del 47% de los millennials tiene un tatuaje y el 37% tiene dos. En el otro extremo, tan solo el 13% de los babyboomers puede decir lo mismo. Las cifras son de Estados Unidos, pero teniendo en cuenta que España es el sexto país del mundo con más personas tatuadas no debemos ir muy a la zaga.

Sobre todo, porque hace tiempo que los tatuajes dejaron de ser solo un tema decorativo para convertirse en una herramienta biomédica con mucho futuro.

Nuestra larga historia con la tinta. No sé si podemos decir que los tatuajes son tan antiguos como la humanidad, pero de lo que sí estoy seguro es de que tienen, al menos, 5.300 años. La edad de Ötzi, un cazador neolítico que descubrimos en el Tirol en 1991. Ötzi tenía la friolera de 61 tatuajes en su cuerpo. Es sorprendente, sí: pero es solo el principio de una larga historia que puede acabar ayudándonos a resolver muchos problemas.

¿Por qué los tatuajes son para siempre?. Porque nunca ha sido sencillo explicar (científicamente) cómo funcionan los tatuajes. Pensémoslo un segundo: los tatuajes son ‘para siempre’; sin embargo, las células de la dermis no: de hecho, estas células cambian bastantes veces a lo largo de la vida. ¿Por qué no desaparece la tinta con ellas incluso en tatuajes pequeños? ¿Qué es exactamente lo que está pasando ahí?

En los últimos años, los investigadores parecen convencidos de que el misterio de los tatuajes se escondía en los macrófagos, un elemento central del sistema inmunitario que se especializa en reconocer, engullir y destruir células dañadas, muertas o distintos tipos de infecciones. Son, por decirlo de alguna manera, los matones del sistema inmune, los que hacen «el trabajo sucio».

¿Podemos sacarle partido a esto? Una vez qué entendemos cuál es el mecanismo que está detrás de los tatuajes es más fácil empezar a pensar en ellos como ‘biosensores dérmicos inyectables’.

Es decir, cómo herramientas mínimamente invasivas que permitan controlar los metabolitos presentes en el líquido intersticial. Por decirlo de forma sencilla: en pensar en tatuajes que cambien de color y puedan señalarnos nuestros niveles de glucosa o albúmina.

Precisamente eso es lo que ha conseguido este equipo de la Universidad Técnica de Munich: unos pigmentos que reaccionan con distintos indicadores y permiten controlar la diabetes o la insuficiencia hepática de forma sencilla a nivel visual (algo que podría venir muy bien para los niños con diabetes tipo 1, por ejemplo); pero que combinado con un smartphone capaz de reconocer e interpretar las tonalidades del tatuaje puede obtener lecturas cuantitativas muy precisas sin necesidad de pinchazos.

Asociación diabetes Madrid

Hace unos días decíamos que los ciborgs eran una realidad y a la vista de estos desarrollos lo serán cada vez más.

Artículo original

Más sobre tatuajes en medicina

Macrófagos y tatuajes

CAMPAÑA ANTIDROGAS 1º BACH. A (2023)

Sin duda, uno de los problemas que más preocupan a padres y profesores es el consumo de drogas por parte de nuestros hijos y alumnos. Pero no solo nos importa a nosotros. Los propios jóvenes necesitan saber más sobre los efectos que estas sustancias causan para tomar mejores decisiones al respecto de su consumo.

Como profesora de Biología, al llegar al tema de la función de relación en los animales que forma parte de los contenidos del Bachillerato de Salud al que imparto clases este curso, me pareció que ésta sería la situación de aprendizaje más apropiada para adquirir los saberes básicos de la materia en esta ocasión.

Voy a dejar que su campaña hable por ellos. Tan solo quería aprovechar la ocasión para darles la enhorabuena por el esfuerzo realizado. Ni disponen del tiempo necesario para tanto como les pido, ni tienen precisamente una profesora poco exigente, pero no solo creo que han hecho un buen trabajo sino que están aprendiendo con cada proyecto a cooperar más y mejor. Algo que, en principio parece fácil, pero que no lo es en absoluto.

No me cansaré de decirlo, chicos/as: Estoy muy orgullosa de vosotros/as y es un honor acompañaros este curso en esta aventura loca que está suponiendo adaptarnos a la LOMLOE.

NI TÚ NI NADIE

Esto que veis aquí abajo es la cicatriz de un podcast que ya no existe. Lo he retirado de las redes sociales tal y como el profesor al que hacía alusión ha requerido formalmente en Delegación. Aunque no lo he hecho por su requerimiento, ni por pensar que no hacerlo me fuera a suponer algún tipo de sanción por parte de la administración educativa, sino porque, debo ser coherente con aquello que grabé, y como la intención jamás ha sido ofender a dicho docente, no podía seguir difundiendo en las redes algo que sé a ciencia cierta que le está causando algún tipo de dolor.

Y, movida por mis propias palabras, quisiera pedirle disculpas en algún momento por el dolor causado a su ego al malinterpretar por completo la intención pura de la reflexión que hacía en ese podcast. Por ahora, no me siento capaz de hacerlo en persona porque él me ha causado intencionadamente aún más daño al interponer en Delegación esa queja formal contra mí, lo que no tiene más lectura que la que tiene.

Espero que mi gesto voluntario de retirar de las redes el podcast, le deje claro que nunca quise agraviarle,.

No obstante, a lo largo de este mes largo que la gente ha podido escucharlo, he recibido numerosos mensajes y, debo decir, que en ninguno de ellos se carga contra el proceder del profesor. La gente me ha felicitado por la valentía de mi AUTOCRÍTICA e incluso, alguien a quien no conozco, me dejó una carta anónima que, sin duda es lo que más me ha conmovido, ya que, tras escuchar con su hijo el podcast le sirvió para pedirle disculpas por si, en alguna ocasión, sin ser esa su intención, le había hecho daño su forma de reprenderle. La señora me contaba que su hijo llevaba tiempo sin abrazarla y que aquella disculpa ha conseguido ese abrazo y ese acercamiento que tanto echaba de menos y que, ahora, las cosas van mucho mejor entre ellos.

Creo no incumplir el compromiso que adquirí delante del inspector que se entrevistó conmigo y tuvo a bien escuchar todos los motivos y pasos previos que tuvieron lugar antes de llegar a grabar y publicar ese audio, ya que este espacio no es una red social y no difundiré más esta entrada en ellas. Pero no puedo borrar las palabras que tanto bien han hecho a otros y este cuaderno de bitácora de mi carrera profesional tendría un hueco, como si se perdieran píxeles importantes en una imagen, ya que, como saben muchos, lo sucedido desde el momento en el que el alumno solicitó mi ayuda hasta el momento presente ha marcado profundamente mi ser.

Dejo pues en este álbum de recuerdos el texto de aquel audio, para poder volver a él, si en algún momento lo necesito, si en algún momento pierdo el rumbo y debo recordar mis propias palabras para que sean el faro que me haga regresar a casa.

Si mantener el relato por escrito en este blog que nunca ha tenido demasiada difusión, porque nunca he sentido la necesidad de que la tenga, también le supusiera un problema, espero que, en esta ocasión, me lo cuente sin necesidad de pedir a una entidad superior que lo haga y, entonces, aun lamentando tener que hacerlo, volvería a esta entrada para borrarla también de aquí, aunque nunca lo haga de mi corazón, el lugar donde nació.

NI TÚ NI NADIE

De fondo estaba escuchando “Ni tú ni nadie” mientras mi cabeza andaba procesando hechos sucedidos recientemente que me han removido en lo más profundo. 

Ahora, repito en mi cabeza aquel estribillo que tantas veces, en fiestas, he coreado con amigos y desconocidos: “¡Qué difícil es pedir perdón!” Y hoy, me pregunto: ¿tan difícil es? Me lo pregunto a nivel personal, pero también como profesora: ¿Soy yo tan infalible que nunca debo pedir perdón a mis alumnos?

Ya seas un alumno, un compañero docente o un familiar, me gustaría que me acompañaras en esta reflexión. Bienvenidos a este capítulo del Guante Azul, “Ni tú ni nadie”.

Dar clase es cada vez más difícil, os lo aseguro. Aunque no va de esto este capítulo, debo decir esto de antemano. Y no por justificar nada, sino porque es una realidad. No obstante, la dificultad en las relaciones entre profesores y alumnos hoy en día es la misma que la que observo en el resto de relaciones personales. No sé qué nos pasa, qué se ha instalado en el mundo que la susceptibilidad está a la orden del día, en todo momento y en cualquier situación. Y lo que pasa en una clase es fiel reflejo de lo que acontece en la vida cotidiana. Es como un subecosistema. Una minisociedad dentro de la gran sociedad.

Generalmente, como quiero pensar que les ocurre al resto de mis compañeros, gestiono bien mis clases, pero debo confesar que, a lo largo de los años, he acumulado no pocas ocasiones en las que no he tenido las mejores formas ni palabras con una clase en concreto para resolver algún conflicto. La paciencia tiene límites y los profesores no estamos hechos de un material diferente a cualquier otra persona,  lo mismo que ocurre con los padres. Así que, hay veces en la que la cosa se nos va de las manos y una vez toman ese rumbo que nunca hubieras deseado es difícil parar y volver a empezar desde la calma. Porque, por desgracia, no hay un interruptor mágico que de repente haga rebobinar y borrar ese instante en el que debiste optar por el camino de la serenidad, de la buena gestión. Cuando esto ocurre, te encuentras de pronto ante más de 30 alumnos y, o sigues hacia delante, o crees que te van a comer. 

Me ha pasado. Es lamentable y lo confieso avergonzada. pero luego, cuando te vas, cuando llega la quietud acompañada del malestar, de la culpabilidad de no haberlo hecho bien siendo tú el adulto, entonces, siempre acabo optando por lo que mi verdadero ser me dicta…

Llega el siguiente día, la hora de volver a entrar en esa clase y un poco vas temblando, la verdad, pero segura de hablar con el corazón, yo pido disculpas. Y en ese momento la paz me invade. Porque no importa que llevara todas las razones del mundo para abroncar a mis alumnos el día anterior, ni siquiera importa si alguno de ellos se comportara de manera impertinente, lo que importa es que mis razones se evaporaron cuando perdí las formas, sobre todo porque soy yo quien debo dar ejemplo de todo lo contrario. Por ese motivo, por encima de todas mis justificadas razones, yo pido disculpas con el orgullo que me hace saber que estoy haciendo lo correcto.

Me da igual que seas un alumno, o un colega o una madre o padre, ¿alguno de vosotros de verdad piensa que pedir perdón nos hace más débiles ante el otro? A mí, la vida me ha demostrado que no. A mí, mis años de profesión me han demostrado que la humanidad que transmite el que comete un error y lo siente y lo hace saber con humildad, gana el respeto de los alumnos de una forma que ninguna amenaza, castigo o sanción consigue. 

Nada te acerca más a otro que sentirte identificado con él. Y si en algo todos somos iguales es que inevitablemente todos cometemos errores, todos tomamos malas decisiones y todos gobernamos mal en algún momento de nuestras vidas nuestras interacciones sociales. Por eso, la catarsis que se produce ante una disculpa sincera es casi inmediata y, por supuesto, sanadora.

Me siento afortunada de ser una persona que, al contrario de lo que cantaba Alaska, no encuentro tanta dificultad en pedir disculpas. Creo que, como ya he dicho, es una cuestión de tener claro que hacerlo me hace mejor persona.

 Pero qué pasa con esos profes que no lo asumen así? Aunque están hechos de la misma pasta que cualquier otro tipo de persona a la hora de errar, no son cualquier tipo de persona a la hora de reconstruir los desastres. Ahí sí que hay que tener clara la esencia de nuestra vocación. Por lo tanto, entramos en un terreno de escombros peligrosos…

No importa cuál fue la discusión que se desmadró. Estoy segura de que probablemente tenías todas las razones de tu parte, pero todas las perdiste, cuando perdiste los modos.

Un alumno, inesperadamente, se alza enfadado, pero más tranquilo que el resto de compañeros que protestan ruidosamente ante tus propios ruidos. Quiere hacerse escuchar, lo exige tajante, pero sin violencia, sintiéndose seguro de que tiene derecho, como tú, de dar sus razones. Es corpulento, su voz es grave, su aspecto más maduro de lo que probablemente se espera para su edad. Tal vez lo que vive fuera de esas cuatro paredes otorguen a su mirada o a su gesto un talante que sencillamente impone. No hace falta que grite, ni que verbalice con palabras soeces. Tal vez hubiera sido más fácil lidiar con alguien que así lo hubiera hecho. Pero él, a pesar de la situación, solo hace uso del derecho que cree tener y se atreve incluso a exigir que te calmes y te dirijas a ellos con respeto.

Seguramente eso encienda aún más tu cohete interno que ya ha entrado en barrena e incapaz de volver atrás, justificas tus desprecios. En el uso de las palabras eres mejor, eso sí que juega a tu favor. Pero aunque trates de apelar a tu autoridad, hace rato que la perdiste delante de esos que ya no saben quién eres ni lo que estás haciendo. Te sientes amenazado por un gesto de ese chico, aunque tú mismo has levantado la mano tan solo un instante antes. Pero no eres tú el que retrocede, es él quien reconoce que los dos habéis hecho mal y trata de dar ese paso atrás. Te sientes amenazado, pero en realidad, aunque en ese momento no te das cuenta, la amenaza eres tú mismo. 

El alumno que se puso en pie, dando la cara por el resto, exige ir juntos a dirección. En ese momento, lo único que quiere es que otros adultos intervengan, medien, porque está claro que la discusión no va a llegar a ningún buen puerto.

Lo has interpretado todo muy mal. Decides que los gestos y las palabras del alumno han sido incorrectos, obviando que tus gestos y tus palabras fueron las primeras incorrectas. Decides que él, por ser el alumno, debía aguantar el chaparrón, los gritos, el desprecio que has mostrado ante unas calificaciones, que si bien no son ellos, son el malogrado fruto de un esfuerzo que, para ellos, duele más que para ti, por cierto. Decides, como digo, que tu huída hacia delante es que el alumno debería haber tolerado toda tu actuación, aunque jamás nosotros, como profesores, toleraríamos una actuación similar por parte de ellos. ¿No te das cuenta de cuánta hipocresía hay en todo esto?

Vuelvo atrás en mi relato. Yo he estado alguna vez en una situación parecida. Y la respuesta a la pregunta anterior es que no. No te das cuenta. No en ese momento. 

Pero luego… Luego sabes perfectamente que metiste la pata hasta el fondo y es ahí cuando debes elegir. porque se trata sencillamente de eso, de elegir. Si lo piensas, debería ser fácil elegir lo correcto, porque esos chavales han hecho justo lo que decimos que queremos conseguir con la educación, que sepan tener criterio propio, que defiendan sus ideas argumentando… ¡Joder, fuiste tú el que no estabas escuchando!

Ya os he contado cual es mi elección en esos lamentables casos. pero, como imaginaréis, no es el camino que eligió este profesor.

El alumno se enfrenta a una grave sanción por el parte redactado de lo ocurrido en el que el profesor le acusa de haberle amenazado y de haberse sentido humillado y vejado e incluso haber temido por su integridad física.

El alumno se siente frustrado porque sabe que eso no ha sido así, que ésa no ha sido su intención; para él es una burda mentira la que le va a llevar a una expulsión de un mes, que es lo que ha pedido el profesor, que puede llegar a costarle el curso. 

El alumno trata de dar su versión, aunque siente que es cosa perdida porque ante la palabra de un profesor la suya queda invalidada. Lo ha vivido así otras veces. Alega sin mucho acierto desde la rabia. 

Cuenta con el apoyo de toda su clase, pero sigue sintiendo que no tiene nada que hacer. Internamente toma la decisión de abandonar 2º de bachillerato a menos de dos trimestres para graduarse si, como teme, es expulsado un mes, pues se siente incapaz de conseguir superar las materias teniendo que faltar más de lo que ya debe faltar porque tiene que compaginar el estudio con un trabajo.

El alumno trata de buscar ayuda en otros profesores en los que confía, alguno hay. Incluso se acuerda de mí, que le di clase el año pasado. De hecho, a pesar de llevarnos bien desde el principio de curso, tuvo un enfrentamiento conmigo, aunque el desenlace de aquel capítulo fue muy diferente, porque los dos tuvimos a bien querer solucionarlo. En primer lugar, yo redacté un parte sin sesgar la parte en la que yo me equivoqué y eso condujo a asumir su responsabilidad en lo ocurrido, a pedirme disculpas y a darme la oportunidad de pedirlas yo también a él. De aquello surgió una conversación en la que él comprendió que no puede esperar que los profesores seamos telépatas, que debe pedir ayuda cuando la necesita, al menos, expresar lo que le pasa para que el otro pueda comprenderlo.

En otro momento, tal vez, este alumno no hubiera confiado en otros profesores ni hubiera buscado ayuda en ellos, pero quiero pensar que, gracias a lo que ocurrió el año pasado conmigo, en esta ocasión ha sido capaz de hacerlo. Tras los consejos recibidos por estos profesores, entre los que incluyo las largas charlas que él y yo hemos mantenido en los días posteriores al suceso, el alumno calma su rabia y hasta consigue encontrar la empatía que debía haber tenido otro en primer lugar para escribir una disculpa, la única que cree tener que dar.

Yo he podido leer esa carta, de hecho, me pidió ayuda para corregir su ortografía, alguna que otra coma y mejorar su redacción, aunque no he tocado en absoluto la esencia de lo que quería escribir. Son sus sentimientos de cabo a rabo. Me llenó de orgullo leerla, me ha llenado de orgullo que acudiera a mí y me llena de orgullo ver el hombre en el que se está convirtiendo. 

Iba a estar aquí hoy, leyendo en directo esa carta para compartirla con vosotros y para acompañarme en una tertulia posterior, con la intención de que todos aprendamos algo de esto que ha ocurrido y seamos capaces de mejorar, pero ya ha sido determinada su sanción. Aunque no es de un mes, lo cual indica que, a pesar de que él sienta lo contrario, las personas que han decidido el castigo, han tenido en cuenta que el profesor tampoco actuó correctamente, finalmente se va expulsado diez días. Creo que lo sabe y ya ha tomado la decisión.

No está, pero le prometí que seguiría adelante con este podcast con o sin él. Estoy retrasando la publicación de este capítulo, a la espera de que se comunique conmigo y me haga saber que estoy equivocada, que quiere compartir conmigo este rato de reflexión, que quiere leer su carta para vosotros, que volverá a las clases y le veré graduarse, pero ya lleva dos días sin aparecer por el centro. Tal vez no quiera ni recibir la expulsión formal, tal vez esto ha sido la gota que ha colmado su vaso y le esté sirviendo de excusa para irse lejos y dejar atrás todo un mundo del que su profesor no es consciente pero que, en gran medida, ha forjado su carácter, ha determinado que, una vez llegada una edad, ya no pueda admitir que alguien le grite más. Y si se marcha, es cierto que no será culpa de ese profesor, es su decisión. Este evento no es suficientemente importante para cargar con esa responsabilidad, pero, maldita sea, era un cordón a punto de deshilacharse y tal vez tuvimos la oportunidad de conseguir mantenerlo sujeto unos meses más. Porque si se va, ahora no, pero seguro que en no mucho tiempo se dará cuenta de la gran diferencia que supone tener o no su título. No importa que no tengas la idea de hacer una carrera universitaria, tal vez nunca lo necesites, pero la cuestión es no cerrarse puertas. Sé que tienes planes que en este momento te saben a libertad, que es lo único que deseas y, tal vez ahora ese papel no tenga importancia, pero la vida da demasiadas vueltas, como para no asegurarte lo más que puedas. ¡Y te queda tan poco!

En una parte anterior a mi relato, comentaba que cuando la clase se te va de las manos hay un momento en el que ya solo ves dos opciones: matar o morir (metafóricamente hablando), pero hay una tercera, una que nos dejó Aute en una hermosa canción con la que despediré mi capítulo de hoy: Entre morir o matar, prefiero AMAR. Ya sé que es imposible conocer las circunstancias de cada uno de nuestros alumnos, y cuanto más mayores se hacen, más difícil es porque se tornan más celosos de su intimidad, pero si tuviéramos siempre presente que tras cada alumno o alumna puede haber un hilo a punto de romperse, tal vez, solo tal vez, podríamos tener siempre más presente la opción de amar. De conjugar ese verbo cada vez que reñimos, que aconsejamos, que explicamos… Cada vez que hablamos. Y, sobre todo, cuando como humanos que somos, no lo hacemos del todo bien, debemos amar para poder rectificar. Porque, tal vez, de ese gesto dependa el futuro de esa persona.

No, ser profesor no es nada fácil, en momentos como este soy más consciente que nunca de la grandísima responsabilidad que tenemos. Ojalá fuéramos infalibles, ojalá los padres lo fueran, pero no lo somos, por eso a lo más que podemos aspirar es a ser humildes y tener más capacidad de comprensión. 

Esta semana, tras todo lo ocurrido con este alumno, tras todo lo que a mí me ha removido, he ido a un aula colindante a otra en la que yo imparto clases. No nos separa ni un verdadero tabique y son chicos muy ruidosos. Molestan mucho incluso cuando están con su profesor, así que hace relativamente poco, perdí los papeles y aporreé literalmente la puerta que nos separa, desesperada por no poder explicar a los míos. Importándome poco lo nada educado, ni educativo que fue ese gesto. Eso sin contar la falta de respeto que tuve con el compañero que allí se encontraba. Durante el fin de semana pasado tomé la decisión de que lo primero que haría al llegar el lunes sería ir a esa clase a pedir disculpas por mi gesto. Y puede que a ellos les dé igual, puede que no sirva para nada, tal vez, pero yo debía hacerlo, porque debo dar ese ejemplo. Porque no puedo dejar que aprendan que dar un porrazo es correcto y, si yo lo hago, ellos también se verán más tarde en el derecho. Creo que la idea ya está clara, pero por si acaso, lo diré de nuevo: Tengo clarísimo que volveré a equivocar el gesto en alguna ocasión, aunque tenga la firme intención de que no vuelva a ocurrirme, pero jamás, jamás dejaré de pedir perdón cuando, desbordada por las circunstancias, no sea capaz de controlar mis emociones. Lo que pasa en un momento de calentón es inevitable, lo que haces después es lo que marca la diferencia.

Todo cuanto os he contado lo he contado desde mi punto de vista como profesora, pero se puede aplicar en cualquier relación con otra persona. Da igual si tratamos de la relación entre padres e hijos, entre amigos, entre pareja… Da igual quién inicie una disputa o quién la acabe o quién lo haga peor. La cuestión es que, cuando la tormenta pasa, todos deberíamos ser capaces de mostrar generosidad y disculparnos por la parte que nos toca. Incluso si pensamos que no erramos en nada, os aseguro que la otra parte pensará que sí, así que disculparse por la percepción que pudiste causar ya es construir un puente para el perdón.

¡Cómo me hubiera gustado charlar contigo sobre estas cosas, Sulayman! Escuchar tu carta y hablar luego de percepción, de prejuicios, de construir, de lo que te hubiera gustado cambiar, de lo que te hubiera gustado que tu profesor cambiara, de qué te gustaría que los que nos escuchen tomaran nota. Desde luego, este podcast se hubiera enriquecido mucho con tu presencia. Sin embargo, no estás aquí a mi lado y me deja un sabor amargo el fin de este capítulo porque siento que tu ausencia es un fracaso de mi labor como profesora. Espero que tus sueños se hagan realidad a pesar de lo que decidas ahora, espero que sea lo que sea que hagas en este mundo seas sobre todo feliz. Sabes que, cuando quieras, tienes en mí a una amiga que te respeta. Gracias por haberme mostrado un poquito de tu corazón. 

Amigos, debo despedirme ya. Podéis encontrar éste y otros capítulos del Guante Azul en mi blog Enmiotraclase.wordpress.com. Aunque, sinceramente, me basta con que escuchéis éste y sirva para remover vuestras conciencias. Si al terminar os acordáis de alguien con quien estéis en malos términos y decidís dar el paso para disculparos y construir ese puente que os acerque, yo habré hecho algo bueno y Sulayman habrá ganado. Si os ha tocado un poquito esta historia, compartidla, difundidla. Entre morir o matar, prefiero amar…

GREEN MIRROR SE VA DE FIESTA

RETOMANDO LOS BIOENCUENTROS…

Fue el 4 de enero de 2023. Todo estaba preparado para que saliera bien… Y salió.

Han pasado muchos años desde la última vez que me alisté a una quedada con mis alumnos, pero es que hacía mucho tiempo también que no tenía el gusto de impartir clases en bachillerato, lo cual es importante para «atreverme» a salir por mi cuenta y riesgo con mi alumnado. Aunque, la verdad, particularmente con este grupo da gusto, independientemente de lo que hagamos. En esta ocasión el motivo del encuentro ha sido celebrar el gran esfuerzo que todos hemos hecho durante el primer trimestre del curso. Nos merecíamos algo especial y, si me lo permitís, como ya os dije en el brindis, para mí fuisteis mi mejor regalo de Reyes anticipado. No hubo alcohol, como prescriben las leyes, pero todos demostramos tener ganas de pasarlo bien y para eso, sobra todo lo demás. Aquí dejo un pequeño vídeo que muestra el buen rollo de la noche. Sin duda, nos quedan más bioencuentros por realizar en este año que acaba de empezar.